Escribe José Guillén B.
Entre el periodo 2005 y 2015, no cabe duda que uno de los principales motores que han impulsado el crecimiento económico, lo ha constituido la actividad constructiva, buscando la expansión de territorios para nuevas habilitaciones, y crecimiento vertical en zonificaciones destinadas a edificaciones de alta densidad.
Entre el periodo 2005 y 2015, no cabe duda que uno de los principales motores que han impulsado el crecimiento económico, lo ha constituido la actividad constructiva, buscando la expansión de territorios para nuevas habilitaciones, y crecimiento vertical en zonificaciones destinadas a edificaciones de alta densidad.
Sin embargo debemos preguntarnos si en Lima
Metropolitana, es conveniente continuar con esa tendencia, sobre todo
entendiendo que nos ubicamos en un territorio desértico con cada vez más
problemas en cuanto al abastecimiento de agua, disposición de los efluentes
residuales domésticos, tráfico vehicular entre otros.
El primer problema citado nos plantea buscar
soluciones que hasta hace un tiempo nos hubiesen parecido extremas. En unos
años, tendremos en operación, la primera planta desaladora para abastecimiento
de agua potable en Lima Metropolitana. Esta planta dada en concesión a un
consorcio español, será luego administrada por SEDAPAL, y servirá a las
poblaciones de los distritos costeros del sur: San Bartolo, Punta Negra, Puta
Hermosa y Santa María del Mar. Si se supera las desavenencias por la Planta de
Tratamiento de Aguas Residuales que acompañará a la planta desaladora, cuyos
principales detractores son los vecinos del balneario de Santa María, este será
el primer experimento de aprovechamiento del agua del mar para dotación
poblacional en el país, el mismo que alcanzará en una primera fase los 250
litros por segundo, y en una segunda fase hasta 400 litros por segundo.
Sin embargo el costo de operación de este tipo
de plantas es más alto que el de las potabilizadoras de aguas continentales, y
por eso las tarifas han sido prorrateadas entre los consumidores de la gran
Lima.
Al problema de escases de aguas en Lima debemos
sumarle ahora la poca proactividad de algunas empresas constructoras en cuanto
a dotar a sus habilitaciones urbanas de los servicios básicos esenciales que se
requieren para que funcione un entorno urbano.
Conocido es que uno de los principios consagrados
en el Reglamento Nacional de Edificaciones es el de Calidad de Vida, el mismo
que establece que para que el suelo pueda ser usado en actividades urbanas,
debe habilitarse con vías, y contar con los servicios básicos de agua, desagüe,
electrificación y comunicaciones.
Muchas de estas empresas, no vamos a
generalizar porque algunas si cumplen con ese precepto, se empecinan en
habilitar terrenos pese a que no cuentan con posibilidad de descargar sus
futuros efluentes residuales en alguna línea colectora. Algunos constructores se
escudan en la condición de zonas de uso vacacional, de playa o similares, entregando
a incautos compradores, lotes sin servicios, que no cuentan con redes de
alcantarillado para sus efluentes residuales, por lo que se obligan a construir
silos, tanques sépticos o similares, que si no están bien diseñados, y
operados, les generarán problemas de salubridad y mal olor.
El caso del distrito de Carabayllo podría ser
un ejemplo de espacio en donde no se puede seguir habilitando, por lo menos en tanto
SEDAPAL tenga listo el colector Puente Piedra, que está proyectado para entrar
en operación el 2018. Entre tanto las
nuevas habilitaciones no tienen ya posibilidad de descargar a colector alguno
en esta zona del norte de Lima.
Recordemos la pésima experiencia de las habilitaciones con construcción simultanea en el primer gobierno de Alan García (90-95), con conexiones domiciliarias hacia cajas de registro sin redes de alcantarillado. Los verdaderos propietarios nunca ocuparon sus lotes provocando invasiones, e insanidad, pues en pequeños lotes de menos de 100 metros cuadrados, instalaron silos, o activaron sus descargas de aguas residuales hacia la nada.
Todo esto nos hace insistir en la interrogante,
¿hasta dónde puede crecer Lima?, hasta dónde podemos seguir incentivando .el
crecimiento poblacional en la capital que cada vez se satura más con el tráfico
vehicular, cuyos intentos por reformarlo fracasan cuando es la propia población,
constituida por muchos pobladores migrantes del interior y ahora hasta del
extranjero, la que se opone a los cambios, sea por el factor económico, o la
comodidad de trasladarse con una sola conexión de extremo a extremo de la
ciudad, porque no se entiende el transporte modal como solución.
A mi modesto entender, es el momento de
destugurizar la capital y que las inversiones salgan de manera más sostenida
hacia el interior del país. Ya hay ejemplos de empresas constructoras
invirtiendo en habilitaciones y edificaciones fuera de Lima, pero deben asumir
el compromiso de invertir para que las habilitaciones cumplan con las mínimas
exigencias que se requiere para convertir el suelo en urbano, de acompañar en
donde se deba con obras de captación de agua y de tratamiento de aguas
residuales, es momento de que estas empresas contribuyan en mayor proporción
con las quebradas Empresas Prestadoras de Servicios de Saneamiento, si se
quiere, recurriendo al mecanismo de asociaciones público – privadas, o el de
obras por impuestos.
Por lo tanto concluimos, en que una de las
formas de lograr la desconcentración de población en la capital, es
desincentivar las migraciones hacia Lima, generando mejores condiciones de
habitabilidad en el interior del país.
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